Artículo de Esther Soto, Secretaria de Formación en la Comisión Ejecutiva de la Agrupación Sud del PSC de L'Hospitalet.
Sobre esta disciplina existen detractores, la consideran una debilidad de
la democracia, pero solo un sistema con listas abiertas o con candidatos
escogidos en distritos uninominales podrían dar más autonomía a sus diputados.
En un sistema donde un candidato
solo es diputado si ha sido elegido en primer lugar por un partido, las acciones
fuera del dictado del mismo quedan
ilegitimadas. Un voto particular, puede ser visto además de oportunismo
político, como una falta de
consideración a los votantes, dado que la inmensa mayoría del electorado vota programas o partidos y no
candidatos a pesar que formalmente la representación popular la tenga el
diputado deforma unipersonal.
Otra cosa es la necesidad de establecer
un cambio en nuestro sistema de partidos, cambio que genere confianza en
esta época, en la que el grado de alejamiento experimentado por la inmensa
mayoría de los ciudadanos respecto a los políticos y partidos, es el más alto
de la historia.
Un sistema más abierto que exigiera una
coordinación y negociación más amplia a la hora de hacer política, incluso un sistema mixto, con listas cerradas en las que los partidos siguieran
escogiendo candidatos, pero desbloqueadas, en las que los electores tengan la
posibilidad de cambiar el orden de los mismos, lo que aumentaría la vinculación
entre los aspirantes y sus electores en cada circunscripción.
Urge, pues, una reforma electoral que
establezcan listas abiertas o medidas como el sistema mixto, que permitan
una mayor conexión entre partidos y demandas ciudadanas, más inclusivo y capaz
de atender a las necesidades de los ciudadanos, que recupere la confianza de
los ciudadanos hacia sus representantes e instituciones.
Mientras tanto, hasta que la reforma
electoral sea una realidad, disciplina de voto…, por supuesto.
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