La sociedad catalana se está fragmentando pero no
como desearían algunos según su identidad territorial (concepto muy discutible
teniendo en cuenta que la gran mayoría de personas en Catalunya tienen una
identidad sincrética). Simplemente, se está dividiendo entre los que se
sienten interpelados a desfilar al paso de las banderas y los que no, los que
participan de la dinámica acción-reacción, y los que escuchadas todas las
opiniones y ponderadas, reclaman diálogo para llegar a alguna solución acordada.
Los primeros dominan el actual escenario, tenemos a CiU -y su versión ultra
ERC- y al PP- y su versión ultra C’s- copando toda la opinión pública con sus
soflamas entrecruzadas y su particular guerra dialéctica alimentada por
economistas, historiadores y juristas ex profeso. La cuestión subyacente, en los
términos que se plantea, no se encuentra ni en la economía, ni en el derecho ni
mucho menos en la poco rigurosa historia, no es una cuestión racional sino
emocional. El concepto de territorialidad según diversos enfoques, es una variable del comportamiento de origen animal utilizada por los
Estado-nación para crear un vínculo entre una población y un territorio
jurídico, que le sea favorable a sus intereses (demostrado en infinidad de
guerras). Es la cuadratura jurídica del círculo social.
Sinceramente, y como no-experto, prever la futura evolución de Catalunya y España juntas o separadas, más allá de los impactos evidentes de la separación (salida de la UE), creo que es un ejercicio
que tiene más de ciencia ficción que con la ciencia, entre otras cosas porque no
entiendo los territorios como un elemento estático sino dinámico y cambiante .Un territorio A1 bien gestionado, que
aproveche bien sus recursos, con unos actores sociales y económicos
comprometidos con su progreso y con unas condiciones en el mundo global
favorables generará un futuro territorio A2 próspero y a la inversa. Para mí, desde
una perspectiva geográfica moderna, el territorio A1 y A2 el no son exactamente el mismo territorio.Hacer prospectiva a partir de la España en crisis económica, institucional y de valores gobernada por el PP y contraponerla a un proyecto aparentemente inmaculado y sin ideología me parece un ejercicio tramposo.En todo caso, y esto sí que está demostrado, una España gobernada por la derecha no genera como resultado un territorio igual que una España gobernada por la izquierda, hecho sobradamente demostrado también para el caso catalán.
Aquí es donde entra lo que muchos quieren evitar a golpe de emotividad, la política, la ideología y la Catalunya que no desfila al ritmo
de las banderas. Si reconocemos que existe un conflicto entre una
parte de la ciudadanía de un territorio y una determinada administración,
entonces lo que hay que hacer es para resolver el conflicto es dialogar. Desde una
perspectiva identitaria-emocional es imposible resolverlo puesto que cualquier
renuncia dentro del idílico Estado-nación por cualquiera de los bandos es una derrota.
En este escenario, por supuesto que se deberán someter a votación las diferentes propuestas (todas) pero en un marco con garantías para escuchar las diferentes alternativas posibles y siempre teniendo en cuenta el grado de incertidumbre respecto las mismas. En este contexto, también debe plantearse como alternativa a elegir, aunque el actual gobierno no la reconozca, una reforma constitucional en un sentido federal pero sobretodo social.
En este escenario, por supuesto que se deberán someter a votación las diferentes propuestas (todas) pero en un marco con garantías para escuchar las diferentes alternativas posibles y siempre teniendo en cuenta el grado de incertidumbre respecto las mismas. En este contexto, también debe plantearse como alternativa a elegir, aunque el actual gobierno no la reconozca, una reforma constitucional en un sentido federal pero sobretodo social.
Federal, para clarificar el sistema competencial actual
y proponer un flujo de competencias de abajo a arriba (incluyendo los municipios
que son los más cercanos a la ciudadanía) siguiendo el principio de
subsidariedad (gobernar al nivel óptimo) y teniendo en cuenta las
especificidades de cada territorio (por ejemplo, Catalunya); para promover una
clara, transparente y justa asignación de los recursos y
para reconocer y amparar como propias la plurinacional, pluricultural y el plurilingüístico
existentes dentro del Estado.
Pero sobretodo, hace falta una reforma de la
Constitución en un sentido social, si el actual capítulo de derechos y
libertades es tan débil que puede ser arrasado impunemente y la soberanía más
importante de todas que es la económica intervenida por poderes no elegidos
democráticamente, entonces evidentemente que debe ser reformulada la
Constitución. Porque si para algo sirve un Estado es para ser un marco de
bienestar, porque un Estado sin Bienestar, por muchas banderas
y fanfarrias, a mí personalmente no me sirve para nada.
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