Las dos Cataluñas

dilluns, 6 d’octubre del 2014



La sociedad catalana se está fragmentando pero no como desearían algunos según su identidad territorial (concepto muy discutible teniendo en cuenta que la gran mayoría de personas en Catalunya tienen una identidad sincrética). Simplemente, se está dividiendo entre los que se sienten interpelados a desfilar al paso de las banderas y los que no, los que participan de la dinámica acción-reacción, y los que escuchadas todas las opiniones y ponderadas, reclaman diálogo para llegar a alguna solución acordada. Los primeros dominan el actual escenario, tenemos a CiU -y su versión ultra ERC- y al PP- y su versión ultra C’s- copando toda la opinión pública con sus soflamas entrecruzadas y su particular guerra dialéctica alimentada por economistas, historiadores y juristas ex profeso. La cuestión subyacente, en los términos que se plantea, no se encuentra ni en la economía, ni en el derecho ni mucho menos en la poco rigurosa historia, no es una cuestión racional sino emocional. El concepto de territorialidad según diversos enfoques, es una variable del comportamiento de origen animal utilizada por los Estado-nación para crear un vínculo entre una población y un territorio jurídico, que le sea favorable a sus intereses (demostrado en infinidad de guerras). Es la cuadratura jurídica del círculo social.

Sinceramente, y como no-experto, prever la futura evolución de Catalunya y España juntas o separadas, más allá de los impactos evidentes de la separación (salida de la UE),  creo que es un ejercicio que tiene más de ciencia ficción que con la ciencia, entre otras cosas porque no entiendo los territorios como un elemento estático sino dinámico y cambiante .Un territorio A1 bien gestionado, que aproveche bien sus recursos, con unos actores sociales y económicos comprometidos con su progreso y con unas condiciones en el mundo global favorables generará un futuro territorio A2  próspero y a la inversa. Para mí, desde una perspectiva geográfica moderna, el territorio A1  y  A2 el no son exactamente el mismo territorio.Hacer prospectiva a partir de la España en crisis económica, institucional y de valores gobernada por el PP y contraponerla a un proyecto aparentemente inmaculado y sin ideología me parece un ejercicio tramposo.En todo caso, y esto sí que está demostrado, una España gobernada por la derecha no genera como resultado un territorio igual que una España gobernada por la izquierda, hecho sobradamente demostrado también para el caso catalán.   

Aquí es donde entra lo que muchos quieren evitar a golpe de emotividad, la política, la ideología y la Catalunya que no desfila al ritmo de las banderas. Si reconocemos que existe un conflicto entre una parte de la ciudadanía de un territorio y una determinada administración, entonces lo que hay que hacer es para resolver el conflicto es dialogar. Desde una perspectiva identitaria-emocional es imposible resolverlo puesto que cualquier renuncia dentro del idílico Estado-nación por cualquiera de los bandos es una derrota. 
En este escenario, por supuesto que se deberán someter a votación las diferentes propuestas (todas) pero en un marco con garantías para escuchar las diferentes alternativas posibles y siempre teniendo en cuenta el grado de incertidumbre respecto las mismas. En este contexto, también debe plantearse como alternativa a elegir, aunque el actual gobierno no la reconozca, una reforma constitucional en un sentido federal pero sobretodo social.

Federal, para clarificar el sistema competencial actual y proponer un flujo de competencias de abajo a arriba (incluyendo los municipios que son los más cercanos a la ciudadanía) siguiendo el principio de subsidariedad (gobernar al nivel óptimo) y teniendo en cuenta las especificidades de cada territorio (por ejemplo, Catalunya); para promover una clara, transparente y justa asignación de los recursos y para reconocer y amparar como propias la plurinacional, pluricultural y el plurilingüístico existentes dentro del Estado.

Pero sobretodo, hace falta una reforma de la Constitución en un sentido social, si el actual capítulo de derechos y libertades es tan débil que puede ser arrasado impunemente y la soberanía más importante de todas que es la económica intervenida por poderes no elegidos democráticamente, entonces evidentemente que debe ser reformulada la Constitución. Porque si para algo sirve un Estado es para ser un marco de bienestar, porque un Estado sin Bienestar, por muchas banderas y fanfarrias, a mí personalmente no me sirve para nada.

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