Artículo publicado por Dani Navarro el 9 de noviembre del 2009
Hace 20 años, con la caída del Muro de Berlin, se escenifica el derrumbamiento del comunismo, distopía que supuestamente representaba una alternativa al capitalismo. En realidad, la caída del Muro era el último capítulo de un reguero de revueltas que mostraban claramente que el presunto paraíso de la clase trabajadora era en realidad una pesadilla.
Lo que viene a continuación lo sabemos todos, empezando por la evidencia que hoy por hoy no hay ninguna alternativa viable al capitalismo. Y aunque sea obvio que el capitalismo sea actualmente el sistema económico menos malo, no es menos cierto que tiene muchos puntos oscuros intrínsecos en su propia naturaleza: democracia de baja intensidad, crecientes desigualdades sociales, inestabilidad periódica y sobrotodo un consumo voraz y depredador de recursos naturales que amenaza con convertir a la Tierra en un estercolero.
Tarde o temprano surgirá otro Karl Marx que volverá a sentar las bases teóricas de una nueva alternativa al capitalismo. Esperemos que tenga más suerte que el primero.
Lo que viene a continuación lo sabemos todos, empezando por la evidencia que hoy por hoy no hay ninguna alternativa viable al capitalismo. Y aunque sea obvio que el capitalismo sea actualmente el sistema económico menos malo, no es menos cierto que tiene muchos puntos oscuros intrínsecos en su propia naturaleza: democracia de baja intensidad, crecientes desigualdades sociales, inestabilidad periódica y sobrotodo un consumo voraz y depredador de recursos naturales que amenaza con convertir a la Tierra en un estercolero.
Tarde o temprano surgirá otro Karl Marx que volverá a sentar las bases teóricas de una nueva alternativa al capitalismo. Esperemos que tenga más suerte que el primero.
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